Otro año concluye, el ultimo folio del calendario nos indica que el final de una etapa concluye y comienza otra, todo esto engalanado de música con árboles vestidos de luces de colores indicándonos que el mundo se prepara para una inminente celebración, la Navidad, el cierre de un año y la apertura de uno nuevo. 
 
     Esta fiesta nos recuerda tres virtudes, la humildad, la generosidad y el amor. La humildad al saber que la grandeza de Dios se da a conocer como uno de nosotros, la generosidad al recordad que nos dio lo mejor que tenía y el amor como su máxima expresión de paz para los hombres de buena voluntad. Al mismo tiempo al final del año nos impone recordar que nuestros amigos, donantes, colaboradores y voluntarios, nos han impulsado a continuar con nuestras actividades de servicio a los mas débiles y desfavorecidos, sólo un poquito más ante la inmensidad de la necesidad que se nos presenta cada día, sin duda vuestra generosidad personal y continua contribución económica nos estimula a continuar hacia adelante con esta obra de amor.    Así mismo nos enseña el camino de la humildad al saber que sin el apoyo de todos no podríamos continuar. Aprovecho esta oportunidad para expresarles nuestro sincero agradecimiento a todos que de una manera u otra han extendido su mano de apoyo.
   
     Os deseo paz y prosperidad en estas fechas tan señaladas y que tengáis un gran año 2015.
 
                                             Dr. Carlos Luis Solis
Presidente de la Fundacion de Salud Con impacto Global

Emociones negativas ¿Podemos transformarlas?

La emoción considerada negativa que mayormente ha sentido alguna vez todo ser humano es la Ira. La ira se asocia siempre a acciones violentas y agresivas, pero sabemos que es una emoción, y como toda emoción, se puede canalizar o gestionar, sin tener que reprimirla o negarla.

Todo depende del cristal con que miremos, si nos ponemos una lente de positividad, podemos darle a la ira funcionalidad, ¿para qué sirve? ¿qué podemos hacer con ella?:
La ira moviliza nuestros recursos para hacerle frente a algo que nos desagrada, por lo tanto nos permite darnos cuenta de qué es lo que nos molesta, que cosas o circunstancias no podemos dejar pasar por alto, nos anima a hacer respetar nuestros derechos y necesidades. Por tanto, se puede afirmar que tan malo es el exceso de ira como la carencia de ella ya que sin esta emoción no seriamos capaces de defender lo que nos importa.

¿Qué sucede entonces cuando cambiamos la lente?

Cuando dejamos que la emoción nos gobierne y vaya a más, la ira deriva en violencia y agresividad, tanto en expresión externa como interna. La externa iría dirigida hacia el mundo que nos rodea actuando de forma física o verbal de forma no adaptativa, es decir, golpeando o insultando. La expresión interna generaría sentimientos de rabia y esta rabia si perdura en el tiempo se transforma en amargura, rencor e incluso odio. Estos sentimientos que pueden ser generados de una forma racional, cuando se anclan en nuestra mente y corazón se convierten en lastres con los que hemos de cargar, volviéndose irracionales y con seguridad serán causantes de un gran dolor para nosotros mismos y para las personas de nuestro alrededor.
Por tanto nuestro objetivo o finalidad es usar la ira de forma útil, sabiendo reconocer el límite en el cual esta emoción deja de ser funcional y se convierte en destructiva.

Algunos aspectos a considerar:

Se constructivo: cuando algo te irrite, te moleste o no te guste, hazlo saber de forma tranquila y calmada, no te lo guardes, porque a la larga el acúmulo de cosas que reprimimos se convierte en frustración y hace que explotemos y perdamos el control.

¡Cambia las lentes! Pensar que los demás actúan para hacerte daño o molestarte es la mejor forma para lograr un estado perpetuo de ira, así que intenta ver el lado positivo de las cosas y de las personas, buscando en cada piedra con la que tropiezas, la excusa perfecta para mejorar como persona.

Acepta el mundo tal cual es: vivimos en un mundo en que muchos de los sucesos que nos ocurren son incontrolables e inesperados, pero no por ello hemos de dejarnos de llevar por la corriente. Somos capaces de decidir qué hacer con lo que el mundo nos ofrece, cuando algo se tuerza por cualquier circunstancia pregúntate ¿puedo cambiar algo? Si puedes ¡hazlo!, pon todos los recursos que tengas a tu alcance para cambiar esa situación. Si por el contrario no puedes hacer nada para cambiarlo, aprende a aceptar que no todo está bajo control, pero tú sí puedes llegar a aprender a gestionarte a ti mismo así que déjalo ir, ya que perder los estribos no te servirá de ayuda.

Por tanto, recuerda que la ira es una emoción que siempre nos va a acompañar y que somos quienes decidimos el poder que tiene sobre nosotros, porque a fin de cuentas somos los responsables de nuestras reacciones y de nuestra conducta, así que has de decidir cómo te dejas afectar por ella.  ¿Qué lentes te vas a poner hoy?
                                                                                                                  Laura León
                                                                                              Psicóloga de la Fundación de Salud